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ACOSO SEXUAL EN EL TRABAJO

Esther Morales – Psicóloga Clínica

Después de 13 años en el Congreso y a comienzos de Enero del 2005, finalmente el Senado chileno aprobó por unanimidad y despachó a tercer trámite el Proyecto de Ley que tipifica y sanciona el acoso sexual a nivel laboral. De esta manera, se resolvió y quedó aprobado que el acoso sexual sea incorporado al Código del Trabajo, determinando que el empleador tendrá 5 días para hacer la investigación o remitir los antecedentes a la Dirección del Trabajo, que a su vez tendrá un plazo máximo de 30 días para investigar los antecedentes y resolver. La nueva ley establece un procedimiento ágil y expedito para que las denuncias de las trabajadoras afectadas, sean hechas bajo estricta reserva y además se incluyó en ésta a las temporeras y asesoras del hogar.

Ahora se establece que “las relaciones laborales deberán siempre fundarse en un trato compatible con la dignidad de la persona y es contrario a ella, entre otras conductas el acoso sexual, entendiéndose por tal el que una persona realice en forma indebida por cualquier medio requerimientos de carácter sexual, no consentidos por quien los recibe y que amenacen o perjudique su situación laboral”.

La profesora y encargada de género de la Dirección del Trabajo, Pamela Farías, sostiene que el 98 por ciento de los casos de acoso, corresponde a mujeres. Entre 2002 y 2003 hubo 100 casos de este tipo, y como promedio anual en los últimos diez años se alcanzó la cifra de 60 o 70; una cifra ínfima comparada con las tal vez miles, que no se denuncian por miedo o por el simple y paradójico hecho de que «hay una tendencia, en las mismas mujeres, a culpabilizarse de lo sucedido”.

Sin lugar a dudas que las mujeres tienen una mayor probabilidad que los hombres de sufrir el acoso sexual en el trabajo. A nivel psicológico-conductual el acoso sexual se inicia sutilmente, pero es persistente y va en aumento a través del tiempo, a pesar de obtener una respuesta indiferente o negativa. Se inicia con miradas intensas a los ojos y el cuerpo, piropos, todo tipo de atenciones, acercamientos cuando la persona está sola; continúa con proximidad física innecesaria, toqueteos, intentos de besar, caricias atrevidas, regalos, invitaciones para encontrarse fuera del trabajo, promesas en cuanto a mejoras laborales y puede llegar a la solicitud directa de tener relaciones sexuales, con presiones, chantajes y amenazas si la víctima se niega a acceder. El acoso sexual puede ocurrir entre pares o con subalternos, pero generalmente se da cuando la víctima depende o es inferior jerárquicamente al acosador, mostrando la clara relación de poder que existe detrás.

El acoso sexual es una de las experiencias más degradantes y ofensivas que una trabajadora pueda sufrir. A las que son sus víctimas, al comienzo les produce sentimientos de inseguridad, ansiedad, angustia, asco, vulnerabilidad, aversión, rabia e impotencia, y posteriormente llega a perjudicar la salud ya que produce estrés físico y emocional y sus enfermedades derivadas, tales como: contracturas musculares, problemas digestivos, jaquecas, irritabilidad, insomnio, cuadros de ansiedad y depresión. Mientras está en el trabajo, la víctima del acoso sexual tendrá menor productividad y estará menos motivada, viéndose de este modo afectadas tanto la cantidad como la calidad de su trabajo: además muchas licencias médicas o psiquiátricas esconden el verdadero motivo que provocó el trastorno. Si la víctima informa del incidente o rechaza acceder, el acosador dispone muchas veces del poder de afectar sus condiciones de trabajo, calificaciones, oportunidades de capacitación, ascensos y hasta su permanencia en el empleo.

Con relación a las empresas, el acoso sexual puede ser la razón oculta de que empleados valiosos abandonen o pierdan su puesto de trabajo, cuando por otra parte, habían dado muestras de un buen rendimiento. Las consecuencias para la sociedad en su conjunto, podrían resumirse diciendo que el acoso sexual impide el logro de la igualdad de género, atenta contra los derechos de las mujeres, es una expresión de violencia sexual y tiene efectos negativos sobre la eficiencia de las empresas, que entorpecen la productividad y el desarrollo.

Una mujer acosada sexualmente aunque sea joven y atractiva, debe evitar sentirse culpable por esta situación, el comportamiento acosador debe pararse en seco gestual y verbalmente, al comienzo y ojalá delante de otras personas, comentar la situación con la pareja , amigas o compañeros de trabajo ayuda mucho para sentirse apoyada, si el acoso persiste, amenazar con denunciar y llegar a concretar la denuncia en la Inspección del Trabajo, sintiendo que es un derecho trabajar en un ambiente digno y respetuoso, sin abusos que provocan daños en la autoestima y en la salud. En los tiempos modernos en que la mujer se ha incorporado plenamente a la fuerza productiva, nuestra sociedad requiere un cambio cultural y en este sentido dar visibilidad al tema, es una forma de evitar que continúe esta forma cobarde de maltrato hacia la mujer, respetando sus derechos tanto personales como laborales.


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