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SEXUALIDAD EN LA TERCERA EDAD

Esther Morales  – Psicóloga Clínica

Una de las creencias más comunes es que el sexo es privativo de los jóvenes, bellos y en edad reproductiva, por lo tanto se ve a las personas mayores como asexuadas, sin erotismo, y sin mayores argumentos se excluye a este segmento de la población de un importante derecho, como es vivir y disfrutar el ejercicio de su sexualidad.

En la vejez los cambios fisiológicos sexuales son muy variables de una persona a otra y en general tienen que ver con una disminución de la libido, una mayor lentitud y una menor intensidad en la respuesta sexual. A nivel estrictamente biológico es sabido que disminuyen los estrógenos y la testosterona, afectando la potencia o capacidad eréctil en el hombre y la lubricación vaginal femenina respectivamente; también disminuye la respuesta contráctil, lo cual hace que el clímax sea más breve en ambos sexos. Además el aumento de la refractariedad en el varón, hace que la frecuencia de las relaciones sexuales disminuya a un tercio de lo habitual. A pesar de estos cambios que se consideran normales, las personas pueden vivir su sexualidad hasta una edad avanzada y ello contribuye positivamente en su salud tanto física como psicológica, dándoles a entender que aún sigue vigente su vitalidad, lo cual contribuye a elevar la autoestima o autovaloración.

Sin embargo, factores de tipo sociocultural son muy importantes en este sentido, ya que la sexualidad de los mayores está cargada de estereotipos, prejuicios y discriminaciones, que consiguen que la propia persona se excluya y limite a sí misma al no permitirse vivir su sexualidad, por vergüenza, culpa o para no recibir castigo, cuestionamiento o rechazo social.

De modo general el hombre tiene una mayor ventaja, ya que a pesar de que la mujer vive más años que el hombre y existe una mayor proporción de viudas, en ellas es mal visto, algo que en los hombres se acepta y se valora: que tengan una sexualidad activa e incluso se relacionen con mujeres más jóvenes. Por ello, la mujer se limita a vivir cabalmente su rol de abuela y olvida el de pareja. Se ha visto que en la pareja mayor, la rutina, la falta de comunicación o la enfermedad de uno o de ambos cónyuges, afecta la calidad de su relación tanto en lo afectivo como en lo sexual. Cuando uno de ellos muere, es frecuente que los hijos, ya casados o mayores, desaprueben egoístamente la posibilidad de que ese progenitor encuentre una nueva pareja.

El miedo a tener un cuerpo poco atractivo, a no responder como antes, a cansarse, a tener un infarto, obviamente disminuye el interés por lo sexual. Es importante saber que enfermedades como la diabetes o el uso de fármacos hipnóticos, antidepresivos, hipotensores, afectan negativamente las facultades sexuales tanto en hombres como en mujeres, incluso más jóvenes. Mantenerse activo, bien alimentado, con una buena relación familiar, inserto socialmente y dándose la posibilidad de consultar periódicamente al médico geriatra o al psicólogo en caso necesario, puede ayudar enormemente a tener una buena vejez.

Hoy vemos que muchas personas de más de 60 años están lúcidas y activas, cuidan su salud, estudian computación, toman clases de gimnasia, de baile, se atreven a tomar tours en compañía de personas de su edad y se permiten la posibilidad de armar pareja nuevamente después de una separación o viudez, porque quieren terminar su vida en pareja y no en soledad o deprimidos. En la medida que aumenta la proporción de chilenos que pertenecen a la tercera y cuarta edad, nuestra sociedad también comienza a cambiar su conocimiento y valoración de estas etapas de la vida, sin embargo reconocer y dignificar el derecho a la sexualidad de las personas mayores, es una tarea aún pendiente.

 


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