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SEXUALIDAD INFANTIL

Esther Morales – Psicóloga Clínica y Educacional

El desarrollo de la sexualidad humana empieza con el contacto físico, cuando los bebés son amamantados por la madre, abrazados, besados y acariciados por ésta y por otros miembros de la familia. Es sano, necesario y natural que esto ocurra. Debemos reconocer al niño como un ser sexuado, en relación consigo mismo y con otros, que está construyendo una identidad sexual propia. La sexualidad infantil, es una de las puertas por la cual el niño desarrolla su personalidad y sus relaciones afectivas.

La sexualidad infantil tiene características particulares, distintas a las de la sexualidad adulta. Por una parte, se origina apoyada en una función biológica (como por ejemplo, mamar) y no tiene objeto sexual. Es una etapa, donde la satisfacción está centrada en el propio cuerpo, es decir, es eminentemente autoerótica. Las etapas de desarrollo del niño son muy diversas y complejas, pero se puede decir a grandes rasgos que antes de los cinco años las conductas relacionadas con la sexualidad son sensuales (de los sentidos) como chupar, el querer percibir todo con la boca, bailar, abrazarse, tocar objetos de textura suave.

Es esperable que los niños se toquen los genitales durante el día o mientras duermen, y que incluso los exploren con curiosidad y risas. Además, con recurrencia el niño buscará los pechos de su madre o de otras mujeres, porque ha comprendido que esa zona le produce placer.

Desde muy temprana edad los padres pueden darse muestras de cariño físico, lo cual otorga seguridad al niño, evitando eso sí por todos los medios, que éste pueda observar una relación sexual, lo cual puede resultar fuerte y chocante, para quien no comprende qué está pasando. Desde muy pequeños, niñas y niños desean dormir en la cama de los padres por sentirse más protegidos y porque intuyen que algo especial acontece allí y de lo cual se sienten excluidos. Después de los seis meses, todos los niños deben dormir en su propia pieza, y a partir de los tres años, con un adecuado control de los programas que ven por televisión, evitando teleseries y programación para adultos, con alto contenido erótico.

De los cuatro años en adelante, el niño tendrá mayor curiosidad por las zonas genitales y buscará comparase a sí mismo con otros niños e incluso con adultos. En este momento se inician las preguntas como ¿por qué yo no tengo lo mismo que mi hermano? o ¿por qué tus pechos son grandes y los de papá no?, por mencionar algunos ejemplos. Ante estas preguntas, hay que tratar de no turbarse, de responder claramente y con la verdad.

Se recomienda vestirse o desvestirse con naturalidad ante el niño, también ambos padres pueden bañarse con éste, para que conozca las diferencias con su propio cuerpo y vea los cambios que le ocurrirán cuando sea mayor. Los genitales deben nombrarse como pene y vagina, evitando nombres de fantasía que sólo confunden. La zona genital tiene muchos terminales nerviosos y el placer que provoca tocarla, lleva a niños y niñas a masturbarse en ocasiones, especialmente cuando están ansiosos.

Como en este momento el género del niño no está definido (pues el género no sólo depende del condicionamiento biológico que indica que se es hombre o mujer), será común que adopten conductas femeninas y masculinas indistintamente. Se deben evitar las burlas y frases esteroeotipadas como “los hombres no lloran”, o “las niñas no juegan con autitos”.

Después de los seis años, el niño comenzará una actitud más activa, entrará en contacto con otros niños o niñas, y es posible que se den juegos donde se observan o se tocan los genitales, como el juego del doctor o la pieza oscura por ejemplo. Ya más adelante, los niños empiezan a definir sus límites y es clásico que los varones jueguen sólo con niños y las niñas igual, por lo que establecen evidentemente una frontera entre lo que es ser mujer y lo que es ser hombre. Explicar a los niños que “hacer el amor” es un acto físico que se hace cuando dos personas se aman, evita que éstos aprendan acerca del acto sexual, en forma morbosa y por vías poco confiables. El embarazo de la madre es una excelente oportunidad para explicar el proceso de gestación y permitir que el niño cree un lazo afectivo con el bebé por llegar. A partir de los nueve años, el niño sabrá que el sexo se encuentra rodeado de secretos, por lo que necesitará conversarlo, pero sólo con los amigos más íntimos. En los varones se inicia la masturbación a veces grupal y las competencias en torno al desarrollo de los genitales.

Lo que hay que comprender como padres, es que nada de esto es perverso o pecaminoso, que toda persona posee desde que nace, su propia sexualidad y que ésta irá en desarrollo conforme vaya creciendo. La sexualidad es una cosa natural, y como tal debe ser un tema tratado en forma simple, honesta y cariñosa, otorgándole su propio espacio dentro del proceso educacional, tendiente a la formación de un ser humano integral.


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