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La pornografía, es la exhibición de contenidos sexuales, en forma obscena, con la intención de excitar o promover la lujuria. Sus principales consumidores son hombres, quienes a diferencia de las mujeres, tiene la particularidad de excitarse visualmente. La pornografía no es arte, ni tampoco mero erotismo o sensualidad, sino generalmente cruda exhibición de genitales y actos sexuales de toda índole, donde abundan las imágenes sadomasoquistas, la pedofilia, zoofilia y otras aberraciones, individuales o en grupo. Es una industria millonaria, prima hermana de la prostitución, que vende sexo codificando y envileciéndo al hombre y a la mujer.

En efecto, la pornografía es una actividad comercial que deforma, enferma y empobrece la psiquis humana. Está bien documentada la correlación entre delitos de agresión sexual, tales como violación, abuso de menores y hostigamientos, y la afición a la pornografía en los criminales que los cometen. No hay un solo educador, psicólogo o científico social, que argumente coherentemente, acerca de los beneficios personales o sociales de la pornografía. Su impacto negativo se maximiza, en las mentes menos formadas o enfermas.

En la televisión, películas, videos musicales e Internet puede verse fácilmente todo tipo de escenas sexuales. A pesar de lo que dicen los defensores, la pornografía tiene grandes repercusiones en el comportamiento sexual de la gente, así como en la visión que tienen del sexo.

Existen seis formas en que se difunde pornografía. El primer tipo de pornografía son las revistas para adultos, el segundo tipo son los videos, el tercer tipo son las películas, un cuarto tipo de pornografía es la televisión, especialmente por cable y un quinto tipo es la «ciberpornografía». Imágenes y películas de pornografía dura, chats en línea, y aun actos sexuales en vivo, pueden ser bajados y vistos por prácticamente cualquier persona a través de Internet. Se pueden encontrar imágenes sexualmente explícitas en páginas web y en grupos de noticias, que son demasiado fáciles de ver, para personas de cualquier edad. Lo que sólo estaba disponible para una pequeña cantidad de personas, ahora puede ser visto en cualquier momento en la intimidad del propio hogar. Un tipo final de pornografía es la «audiopornografía». Esto incluye las porno llamadas, que son el segundo mercado de mayor crecimiento, después de internet.

La pornografía a la larga puede disminuir la felicidad sexual de una persona. Investigadores encontraron que las personas que estuvieron expuestas a la pornografía no violenta, informaron una menor satisfacción con la apariencia física, el afecto, la curiosidad y el desempeño sexual de su pareja. También estaban más inclinadas a asignar una mayor importancia al sexo, sin un compromiso emocional.

El psicólogo Edward Donnerstein (U. de Wisconsin) encontró que la exposición a formas violentas de pornografía, pueden llevar a actitudes y comportamientos antisociales. Los espectadores varones tienden a ser más agresivos hacia las mujeres, menos sensibles al dolor y al sufrimiento de las víctimas de violaciones, y mucho más dispuestos a aceptar varios mitos acerca de la violación. Los investigadores han encontrado que la pornografía (especialmente la pornografía violenta) puede llevar a un mayor uso de la coerción o la violación, un aumento de las fantasías acerca de ésta, una desensibilización ante la violencia sexual y una trivialización de la violación.

Las propias estadísticas del FBI, muestran que la pornografía se encuentra en el 80 por ciento de los escenarios de crímenes sexuales violentos, o en los hogares de los perpetradores.

En numerosos casos de acoso sexual infantil en EE.UU, la pornografía adulta estaba relacionada con cada incidente y la pornografía infantil, con la mayoría de ellos. Las extensas entrevistas con los infractores sexuales (violadores, infractores en casos de incesto, agresores sexuales infantiles) han evidenciado un importante porcentaje de infractores, que usan la pornografía para excitarse antes o durante sus ataques. Los oficiales de policía han visto el impacto que ha tenido la pornografía en los asesinatos en serie. De hecho, el consumo de pornografía es una de las características de perfil más comunes de los asesinos en serie y los violadores.

Según Henry Boatwright (Presidente de la Junta Asesora de Problemas Sociales de EE.UU), aproximadamente el 70 por ciento de las revistas pornográficas que se venden, terminan en manos de menores. Mujeres Contra la Pornografía, estima que alrededor de 1,2 millones de niños son explotados anualmente en el sexo comercial (pornografía y prostitución infantil).

En EE.UU existen 420 millones de páginas web pornográficas y según estadísticas de comStore Media Metrix, éstas recibieron 71,4 millones de visitas, muy por encima de visitas a sitios de noticias, viajes y educativos. Esta industria obtiene ganancias anuales de 12 mil millones de dólares. Según congresistas en este país, dos tercios de los sitios pornográficos, no incluyen advertencia alguna sobre contenido inapropiado para menores, y proporcionan muestras explícitas de imágenes, que no requirieren de pago o verificación de edad.

60% de los jóvenes de 15 a 24 años dice que hace cosas on line, de las que no le gustaría que sus padres se enterasen, y 60% sabe como burlar programas que bloquean el acceso a sitios para adultos. Ambos datos son claves del Acta de Seguridad e Internet y Protección a los Ninos, entregada en el Congreso de EUA.

La dra. Donna Woods, de la Universidad de Michigan, en una sesión del Congreso Anual de la Asociación Americana de Psiquiatras, señaló que la creciente ola de pornografía que baña Internet está suscitando un grave problema de educación sexual, la facilidad para acceder a la pornografía hace del sexo algo público y lo separa de su verdadera misión humana. La psiquiatra agregó que la pornografía en Internet ha perpetuado mitos como el de la sumisión en la mujer, particularmente en lo que se refiere a la violación. La doctora dijo que se calcula que dos millones de adictos al sexo, merodean la Internet en Estados Unidos y que el 20 por ciento del comercio electrónico está relacionado con la pornografía. «Las computadoras no deben estar en el cuarto de los niños, donde pueden usarlas durante la noche», agregó.

A pesar de que muchos niños y jóvenes chilenos tiene el televisor y computador en su dormitorio, ello no excusa a los padres, quienes deben ser los principales controladores de los programas que ven sus hijos en la televisión, así como de su libre acceso a internet, bloqueando sitios de pornografía y señalándoles claramente, lo dañino que puede resultar exponerse a este material diseñado para adultos.

Esta claro que la pornografía es una epidemia silenciosa, que daña a nuestra sociedad y en especial a sus principales víctimas, mujeres, niños y jóvenes. Un negocio millonario y denigrante, practicado por personas ambiciosas e inmorales, que motiva delitos sexuales y deja en una ridícula posición a los aún insuficientes esfuerzos que se hacen por entregar educación sexual, a niños y jóvenes en los hogares y colegios, otorgando a la sexualidad humana la valoración que se merece en el desarrollo y la calidad de vida de las personas.


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